lunes, 29 de septiembre de 2014

¿Quién soy?



Por: Julliana Roldán
Cuando alguien me invita a reblujar en lo más íntimo de mi ser para responderle ¿quién soy?, de inmediato pienso: ¿qué digo que no suene demasiado presumido ni tampoco sumamente modesto?, entonces suelo confundirme y termino por evadir el tema. Ahora tal vez sea momento de intentar objetar una respuesta. No obstante, creo que por más que trate de evitarlo, siempre va a estar un indescriptible temor al qué dirán.
Para comenzar mi descripción, se habrán dado cuenta de cuan insegura soy, es posible que esa sea mi principal característica. Obviamente también tímida y callada. Soy solitaria, porque me acostumbre a disfrutar la armonía que trae consigo la soledad (nadie juzga, ni manda, ni grita, ni nada); soy una amante -como lo anoto en la descripción de este Blog- de la noche y de su elemento más maravilloso: la Luna. Soy un Ser humano que cada día intenta ser más humano; soy sensible, perezosa, con un genio voraz, una intermitente que camina entre la alegría y la tristeza, pero que no alcanza a ser bipolar. Soy de las que llora y dice "estoy tan deprimida" con facilidad; romántica; indecisa, y ahora que lo pienso bien, no tan callada, eso depende de quien me rodee; soy feliz cuando llueve o el día está gris y siento en las tejas el golpe fuerte del agua. Amo estar acostada en medio de la "nada", soy inmensamente feliz en la hierba, porque me siento una sola junto con ella, junto al cielo, junto a las luces, junto al aire que ya no pasa desapercibido, me siento segura, me siento natural, desencadenada. 
Sé que después veré esto tonto y me arrepentiré de haberlo escrito.


¿Quién soy yo? Hombre soy, uno de tantos
  (Agustín de Hipona)








domingo, 28 de septiembre de 2014

La intuición y el sentido de las cosas



Julliana Roldán
En la locura nace la intuición, esa guía que nos conduce siempre por los caminos de la vida, la guía que hace posible buscar nuevos mundos con la ilusión de encontrar mejores cosas, la que hace posible reconocer el significado de lo que otros comunican, de lo que comunicamos, para que así estas vivencias en  su conjunto entretejan sentidos a todo lo que se ha hecho y se hará. 
Estamos intuyendo a cada momento y entre más experiencias recopilamos más se afina nuestra intuición, más acertadas se hacen nuestras decisiones. Así vamos contruyendo procesos de individuación, pues cada uno de nosotros hace y siente de manera diferente y estetiza eso a su antojo; de este modo Dionisios, engendrando locura en nuestra cotidianidad, la hace más llevadera, puesto que vamos afrontando y otras veces huyendo de la inmunda, estresante y rígida realidad, cargada de moral (o doble moral), de prejuicios, de miedo, de ocupaciones, de gente cansada, que en últimas, puede terminar por convertirnos en seres humanos muertos en vida; incapaces de salir victoriosos del "desafío trágico" al que nos enfrenta este laberinto. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

La Locura: fuente de sabiduría




Por: Julliana Roldán
La locura es una fuente divina presente en cada uno de nosotros, de ella emanan diferentes experiencias, situaciones y sensaciones, lo que da lugar a la sabiduría, al conocimiento. Giorgio Colli, en "El Nacimiento de la Filosofía" distingue cuatro locuras, dado a que la 'Manía' (locura) se vivencia de diferente manera según las cualidades individuales y la noción espacio-tiempo.

Locura profética: Se experimenta cuando entramos en un campo donde se tiene la capacidad de saber lo que pasará, esa capacidad hace posible una visión  del futuro y la comprensión  de lo que ella devela. Es una locura donde está implícita la voluntad y el dios Apolo.

Locura mistérica: Ésta es una locura muy bella porque su principal vehículo es la intuición. Es similar a la anterior en el sentido de que nos sugiere algo, pero difiere en que es algo improvisto, que surge espontáneamente a causa de alguna sensación, es místico, atrae. Puede ser un impulso que invita a aventurarse en algo fuera de lo cotidiano y genera una sensación muy estimulante. Por ello, en la locura mistérica quien nos guía es Dionisios.

Locura erótica: pertenece a todas las sensaciones y vivencias que recopilamos a través del cuerpo y reconforta nuestro mundo interior. Pertenece a Eros y Afrodita.

Y por último, la locura inspirada por las Musas: la locura poética, la locura de las palabras, del arte. Parte de un acto de la voluntad; el resultado es la comunicación de lo que pensamos, creemos y sentimos y de lo que por medio de ese proceso comunicativo hacemos pensar, creer y sentir a los demás.


(Giorgio Colli, "El Nacimiento de la Filosofía", Capítulo I)

martes, 23 de septiembre de 2014

A propósito de la Escritura



Julliana Roldán
Giorgio Colli plantea en su obra "El Nacimiento de la Filosofía", que el origen precisamente de la filosofía, al menos de manera escrita -como la conocemos- surge con Platón cuando este por "amor al conocimiento" decide plasmar en sus Diálogos, los discursos filosóficos que había escuchado directa o indirectamente de Sócrates (su maestro) principalmente. Todo con el fin de dar soporte a aquella tradición oral, clara muestra de Sabiduría que ante sus ojos se iba desvaneciendo.
Platón introduce a través de la figura de Sócrates, un corto relato histórico a cerca del origen de la escritura y de las que según él serían las consecuencias que, en caso de emplearla, traería para la cultivacion del conocimiento y la memoria, ambas fruto de la indagación y constante comunicación de los fenómenos visibles y metafísicos de la vida. Ese pequeño relato se muestra a continuación:

"SÓCRATES: Pues bien, oí decir que vivió en Egipto en los alrededores de Neucratis uno de los antiguos dioses del país, aquél a quien le está consagrado el pájaro que llaman Ibis. Su nombre es Theuth y fue el primero en descubrir no sólo el número y el cálculo, sino la geometría y la astronomía, el juego de damas y los dados, y también las letras. Reinaba entonces en todo Egipto Thamus que vivía en esa gran ciudad del alto país a la que llaman los griegos la Tebas egipcia, así como a Thamus le llaman Ammón. Theuth fue a verle y, mostrándole sus artes, le dijo que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Preguntóle entonces Thamus cuáles eran las ventajas que tenía cada una y, según se las iba exponiendo aquél, reprobaba o alababa lo que en la exposición le parecía que estaba mal o bien. Muchas fueron las observaciones que en uno y en otro sentido, según se cuenta, hizo Thamus a Theuth a propósito de cada arte, y sería muy largo referirlas. Pero una vez que hubo llegado a la escritura, dijo Theuth: "Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y aumentará su memoria. Pues se ha inventado como un remedio de la sabiduría y la memoria". Y aquél replicó: "Oh, Theuth, excelso inventor de artes, unos son capaces de dar al ser a los inventos del arte, y otros de discernir en qué medida son ventajosos o perjudiciales para quienes van a hacer uso de ellos. Y ahora tú, como padre que eres de las letras, dijiste por cariño a ellas el efecto contrario al que producen. Pues este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido del cultivo de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la escritura, serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento.
Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera procuras a  tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin introducción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con la presunción de serlo"

PLATÓN. Fedro. Argentina, Editorial Altamira, 2003, pp. 92-94.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Conclusión



Por: Julliana Roldán
Se puede soñar, fantasear, despertar, pensarse a sí mismo, conocer, experimentar, comprender, actuar siempre, saber que se quiere y cómo se quiere, razonar, sentir, anhelar, soñar despiertos, volver a la inclemente y abrumadora realidad, compartir en sociedad, saborear a veces inmersos en su regocijo la existencia a través del cuerpo y la sensación, volver a sentirse parte de un todo nunca dividido, mesurarse, aplacarse, volver al regocijo de uno como individuo, del 'Uno primordial', reír, sufrir, volver a reír, exorcizar por medio del Arte lo que llevamos dentro, reflexionar, 'simplemente' vivir. 

Dicho lo anterior de los primeros cuatro capítulos de 'El Origen de la Tragedia' de Nietzsche es posible concluir que el ser humano es apolíneo y dionisíaco. Por naturaleza habita los dos mundos que pese a ser contrarios se necesitan el uno del otro para darle sentido a la existencia y a los elementos que, como el Arte, la alimentan, pues a través de él se plasman aspectos divinos de un mundo íntimo, interior que el ser humano quiere y necesita hacer tangibles. Es por eso que el Arte constituye un acto puro de la voluntad. Dicho en una frase, transitar constantemente entre Apolo y Dionisios permite que esa vida, sea una vida digna de volver a ser vivida.

martes, 9 de septiembre de 2014

F. Nietzsche, "El Origen de la Tragedia" (Capítulo 4)


El artista ingenuo como alguien mesurado

Por: Julliana Roldán
Para definir al artista ingenuo, Nietzsche se basa en el tratado Sobre Poesía Ingenua y Poesía Sentimental (1796) del también filósofo, además de poeta y dramaturgo alemán Friedrich schiller. Toma las características que éste último otorga al poeta ingenuo, pero las adapta al concepto de Arte Apolíneo que desarrolla desde los primeros capítulos de su gran obra El Origen de la Tragedia. Partiendo de esta idea, podemos entonces decir que el artista ingenuo aprecia y admira la naturaleza, no sólo porque en ella encontramos la máxima expresión de belleza tan agradable y necesaria para Apolo (necesaria porque en medio de ella este dios abre su repertuorio de virtudes y las pone a disposición nuestra), sino también porque ese artista, ese hombre, hace parte de ella; de manera que comienza a sentir la necesidad de imitarle a través de su representación.

La relación entrañable entre su naturaleza interior y la exterior le ha provocado el impulso de recrearse a sí mismo y su mejor medio es el Arte, la apariencia de la apariencia. No obstante, representa esa realidad, su realidad, sin sentimentalismos, recrea esa escena (en el caso de una pintura) desde un punto de vista objetivo, pensando cada detalle de manera  que el resultado sea una bella obra de arte, no se embriaga hasta llegar a la pasión; no es un artista crítico, ni social, simplemente intenta expone sus subjetividades a través de la creación artística, él refleja la bella apariencia de de su propia naturaleza. 

Sus representaciones nunca son banales, éstas están llenas de enseñanzas, llenas de virtudes Apolíneas e incluso Dionisíacas, de cualquier modo en el arte ingenuo Apolo será siempre el vencedor y Dioniso el doblegado; la representación del dolor, la angustia, la agonía, el sufrimiento caera rendidos ante la representación del espíritu Apolíneo de la calma, la serenidad, el alivio, la plena satisfacción, la luz. Tal vez con todo esto lo que el artista ingenuo comunica al espectador es que pese a las dificultades, al desasosiego, debe haber una lucha constante por encontrar la salida, el camino a la plenitud, pues de todos modos según Nietzsche, la vida es un "eterno retorno" y para no amargarse eternamente la existencia hay que encontrarle el lado Apolíneo a las dificultades.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El Bosco y su obra cargada de símbolos


Cristo con la Cruz a cuestas. El Bosco, (1510-1535?). Óleo sobre tabla, 76,5 x 83,5 cm. Museo de Bellas Artes de Gante, Bélgica.



por: Julliana Roldán
El Bosco se encontraba inmerso en el ámbito artístico del Manierismo, movimiento que fue una muestra clara de la ruptura del ideal Renacentista, basado en encontrar el equilibrio entre razón y sensibilidad para llegar a la belleza, ésta última búsqueda constante en primera instancia del arte antiguo griego y posteriormente del arte romano. 

Aquel equilibrio tan añorado en el Renacimiento poco o nada parecía interesar a El Bosco y fue tal vez por eso que se dedicó a crear obras grotescas como la que especialmente aquí se muestra, para hacer del pecado su tema común y de la forma satírica de representarlo su insignia. 

En esta obra a excepción de Cristo y Verónica que representan la serenidad y la resignación, las expresiones faciales del resto de los personajes son el reflejo de la oscuridad de las almas; sus rostros simbolizan los sentimientos de rencor y maldad, están convertidos en monstruos a causa del pecado, son por ello el encarnamiento espiritual y corporal del mal. El Bosco:


 "(...) para esta ocasión decidió representar el pecado mismo, la corrupción del hombre y su dejarse ir lejos de la senda del bien, y por analogía de la propia humanidad. Y para esto despoja al hombre,  y le quita el velo que lo cubre, para mostrarnos su verdadera condición, un enjambre de muecas, rostros exagerados, llenos de locura de ira, de rabia y de maldad en definitiva, rodean la cara de Cristo que carga la cruz con los ojos cerrados. Esta es la consecuencia de los actos del hombre, y en lo que se puede convertir de alejarse del camino correcto. Fijándonos en el color vemos rostros que van desde el gris al verde y uno que destaca claro sereno, portando un paño con la cara de Cristo, Verónica que representa la compasión y es el contrapunto a todas las demás figuras."

Es por todo lo anterior que podemos situar esta pintura en relación al primer y segundo capítulo de El Origen de la Tragedia de Nietzsche, puesto que en la presentación simbólica de aquellos hombres embriagados en el mal hay un caracter desbordado de Dioniso. No obstante, ese ambiente dionisiaco yace acompañado de su eterno complemento: Apolo, reflejado en la bella apariencia de la mujer y por supuesto de Cristo. Se hace evidente la reflexión de caracter moralista que El Bosco busca introducir en el espectador, pero que a diferencia de la antigua concepción griega del bien y el mal (Apolo y Dioniso) que comprendía que ambos ámbitos son parte fundamental de la naturaleza del ser humano porque le permite desarrollarse con plena satisfacción, la concepción cristiana sacraliza al bien pero al mal lo sataniza, queriendo que el ser humano conviva siempre bajo unos patrones de bien absoluto representado en la figura de un solo dios (Jehová).